El tiempo siempre es un factor de gran importancia, por no decir el que más valor tiene. Como recurso, muchas veces los jóvenes percibimos a este como inagotable, pero lo cierto es que es perturbadoramente finito. Aún recuerdo cuando era niño y veía como una realidad totalmente lejana la de los chicos mayores, la dinámica de la vida adulta -que ahora parece haberme abordado- y los achaques de los abuelos -que felizmente aún no los sufro-.
Entender desde este punto la belleza de la finitud es liberador, porque de esta lucha o contradicción -básicamente dialéctica- entre la vida y la muerte, surge una valoración peculiar y fundamental: entendemos que el insumo por excelencia de la vida es el tiempo...
En esta medida, podemos ver que realmente la inversión que hagamos en tiempo se traduce irremediablemente a la vida misma, y esta, lógicamente, es irrecuperable e irrepetible. Para quien busca un método para no perder el tiempo -ni la vida en vano- lo mejor es conocerse, organizarse y tener un seguimiento constante para que podamos cumplir nuestras metas.
Hay muchos métodos, pero del que mas me fío es del "Getting Things Done" de David Allen -¡compren el libro!- donde nos muestra un sistema para mejorar nuestra gestión personal y conseguir nuestros objetivos de una manera óptima y temporalmente mesurada.
Aquí les dejo con una presentación que encontré en slideshare del GTD.